VIAJE A LOS REGISTROS AKÁSHICOS

Corría el mes de enero del año 2008. Hacía casi un año que había conocido en persona a mi alma gemela, pero con la misma rapidez que él había aparecido en mi vida, se había marchado. Yo vivía sumida en una gran angustia, porque no había podido asimilar el hecho de “tropezarme” de esa manera con mi alma gemela, y menos todavía, perderle casi nada más conocerle. En aquel mes, no sabía nada de él ni tenía contacto. Estaba prácticamente desaparecido.

En ese tiempo, yo todavía no canalizaba y apenas había leído nada sobre almas gemelas. Lo vivido con mi alma gemela había sido más bien a nivel humano, aunque con alguna experiencia espiritual muy sorprendente e impactante. Por aquel entonces, lo que sí hacía con frecuencia era meditar. Realizaba especialmente unas meditaciones con los ángeles que me ayudaban mucho.

Uno de esos días me encontraba meditando, cuando de repente me vi como si fuese una paloma blanca volando entre las nubes. Volaba hacia un templo de cristal y luz blanca con forma de pirámide, pero que no tenía cúspide. Al llegar al templo, me recibió un anciano. Yo ya no era una paloma, tenía cuerpo, como si fuese un cuerpo físico. El anciano vestía una túnica blanca y tenía una barba blanca grande. Me dirigió a una zona en la que había una biblioteca con libros muy grandes. Supe que eran los libros de la vida de las personas, los registros akáshicos. Cogió el mío y me hizo sentar en un banco junto a él. Lo abrió y quiso que mirara una de sus páginas. En ella explicaba el motivo por el cuál yo no podía estar ahora con mi alma gemela a nivel humano y sin embargo sí debía tener una relación con una persona que ya había aparecido en mi vida. (Yo había estado negándome a esa relación, especialmente desde el momento en que mi alma gemela había aparecido en mi vida). Me dijo que obviamente yo podía hacer uso del libre albedrío y decidir otra cosa, pero que si lo hacía así, no estaría cumpliendo con la parte del plan divino que me había planteado al venir a esta vida.

Me encontraba reflexionando sobre la sorprendente información que me estaba dando, cuando de repente apareció mi alma gemela. La vi también con un cuerpo humano. Me confirmó que lo que me había dicho el anciano era cierto. Después nos retiramos él y yo a conversar sobre ello. Me dijo que él sería feliz si yo era feliz y que nunca había dejado de amarme, que siempre me había amado y que siempre me amaría. Me explicó que en la tercera dimensión podíamos tener una pareja, pero que en la verdadera realidad, “la de arriba”, él y yo éramos inseparables. Me dijo que cuando él y yo estuviésemos en comunión con Dios, volveríamos a ser UNO.

Yo sentía intensamente su amor. En ese momento, a la vez que lo sentía en ese lugar, también era consciente de que yo estaba en mi casa, y sentía su energía junto a mí. En eso, le sentí repartido por todo mi cuerpo, como si toda su energía se hubiese expandido dentro de mí. Había amor y nada más que amor y una energía muy grande.

Cuando salí de aquella especie de trance, me sentí muy llena de energía y muy feliz. Todo lo sentí MUY REAL.

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Puede suceder que aunque os hayáis encontrado a nivel humano con vuestra alma gemela, no sea todavía el momento de que se dé vuestra unión a nivel humano. La experiencia que he contado, fue el comienzo de otras que seguirían después en las que constantemente me han ido explicando que todavía no es el momento de estar con él en estos niveles, porque todavía tenemos trabajo pendiente por separado. Y ese suele ser el motivo de que muchas de esas uniones no se den todavía en el plano de la tercera dimensión.

Ahora bien, una cosa es saberlo, y otra aceptarlo. Aceptarlo requiere de un gran trabajo interior y requiere de la capacidad de mantener una visión espiritual del por qué están sucediendo las cosas de esta manera. Es necesario tener ese anclaje espiritual, para no limitarse a la visión humana, porque entonces, retrasamos nuestro aprendizaje y nuestra unión futura con nuestra alma gemela, tanto a nivel espiritual como humano.


Aura